ENSAYO. Tres cuadros del vino (de José Ortega y Gasset)
Capítulo IV. “Los Borrachos” de Velázquez
Y he aquí que nuestro Velásquez reúne unos cuantos ganapanes, unos
pícaros, hez de la ciudad, sucios, ladinos e inertes. Y les dice :
“Venid, que vamos a burlarnos de los dioses”.
En
medio de la viña, desnuda a un mozancón rollizo, de carne linfática, y
le pone unas hojas de vid en torno a la cabeza. Éste será Baco. Y agrupa
a los demás en torno de una jarra y les hace beber hasta que los ojos
se hinchan estúpidamente y las mejillas se contraen en un necio gesto de
risa. Eso es todo.
La bacanal desciende a borrachera. Baco es una mixtificación. No hay más que lo que se ve y se palpa. No hay dioses.
El
estado de espíritu que esto revela, la burla de toda mitología que, como
es sabido, aparece a lo largo de toda la obra de Velásquez –recuérdese
Mercurio y Argos, el dios Marte—tiene, sin duda, grandeza. Es una
valiente aceptación del materialismo, un desafío al cosmos, un soberbio
malgré tout. Pero ¿es justificado ? ¿No es el realismo una limitación ?
Porque vengamos a cuenta : ¿qué cosas son los dioses ? ¿Qué han
simbolizado los hombres en los dioses ? El tema es grave y difícil.
Forzándolo podíamos decir : los dioses son el sentido superior que las
cosas poseen si se les mira en conexión unas con otras. Así, Marte es lo
mejor de la guerra : la gallardía, la entereza, la reciedad del cuerpo.
Así, Venus es lo mejor de la expansión sexual : lo deseable, lo bello, lo
suave y blando, el eterno femenino. Baco es lo mejor de la
sobreexcitación fisiológica : el ímpetu, el amor a los campos y a los
animales, la profunda hermandad de todos los seres vivos, los
bienhadados placeres que a la mísera humanidad ofrece la fantasía.
Los dioses son lo mejor de nosotros mismos, que una vez aislado de lo vulgar y peor toma una apariencia personal.
Decir que no hay dioses es decir que las cosas no tienen, además de su
constitución material, el aroma, el nimbo de una significación ideal, de
un sentido. Es decir que la vida no tiene sentidos, que las cosas
carecen de conexión. Tiziano y Poussin son, cada cual a su modo,
temperamentos religiosos, sienten lo que Goethe sentía : devoción a la
Naturaleza. Velázquez es un gigante ateo, un colosal impío. Con su
pincel arroja los dioses como a escobazos. En su bacanal no hay un Baco,
sino que hay un sinvergüenza representando a Baco.
Es
nuestro pintor. Ha representado el camino para nuestra edad, exenta de
dioses ; edad administrativa en que, en vez de Dionysos, hablamos de
alcoholismo.
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@JL
Decir que no hay dioses es decir que las cosas no tienen, además de su
constitución material, el aroma, el nimbo de una significación ideal, de
un sentido. Es decir que la vida no tiene sentidos, que las cosas
carecen de conexión. Tiziano y Poussin son, cada cual a su modo,
temperamentos religiosos, sienten lo que Goethe sentía : devoción a la
Naturaleza. Velázquez es un gigante ateo, un colosal impío. Con su
pincel arroja los dioses como a escobazos. En su bacanal no hay un Baco,
sino que hay un sinvergüenza representando a Baco.
Es
nuestro pintor. Ha representado el camino para nuestra edad, exenta de
dioses ; edad administrativa en que, en vez de Dionysos, hablamos de
alcoholismo.
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Velázquez est un géant athée, un colossal impie. Avec son pinceau, il rejette les dieux comme à coups de balai. Dans sa bacchanale il n’y a pas un Bacchus, mais un sans vergogne représentant Bacchus...
C’est notre peintre ; Il a donné le ton à notre temps exempt de
dieux ; âge administratif où au lieu de Dionysos, nous parlons d’alcoolisme.
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Ce court extrait — pour celui qui le comprend— en dit long sur la brillante interprétation de notre époque profane, cad "exempte de
dieux"...
CQFD
Comprenne qui pourra